En fí, és la guerra....
El abuelo Pedro murió antes de que yo viniera al mundo. Un día, su mujer, mi abuela paterna, Julia, me dijo que tenía unas cartas de él, del abuelo Pedro. "Como te gusta tanto saber de la guerra civil, quizás te haga gracia tener esto". Eran las cartas que se habían escrito durante la guerra, primero desde el frente y más tarde desde los campos de concentración. "Son cartas personales, nos queríamos mucho... Fueron unos años terribles". Me dio una caja de zapatos amarillenta por el paso de los años. Dentro había un tesoro: todas las cartas que se escribieron durante la guerra.
Pere Pubill Linares
Diplomado en Relaciones Laborales UAB
A medida que las fui leyendo, descubría los sentimientos de mi abuelo Pedro. Eran de una tristeza y una inquietud que yo nunca habría entendido sin leer esas misivas, esos viejos papeles.
Las cartas, amarillas de años, han logrado emocionarme. He oído la angustia y el miedo, la rabia y el coraje, la desesperanza y la esperanza, el frío y el calor o la lluvia y el viento, como lo sintió quien las escribía.
He dejado que las cartas hablen por sí solas, que el lector reviva la trágica vida del frente y de la retaguardia de esos días, la realidad de la Guerra Civil Española.
Las cartas, amarillas de años, han logrado emocionarme. He oído la angustia y el miedo, la rabia y el coraje, la desesperanza y la esperanza, el frío y el calor o la lluvia y el viento, como lo sintió quien las escribía.
He dejado que las cartas hablen por sí solas, que el lector reviva la trágica vida del frente y de la retaguardia de esos días, la realidad de la Guerra Civil Española.